domingo, 29 de marzo de 2015

Emociones y vida cotidiana

Entiende cómo tu hijo expresa sus emociones y cómo ayudarle a regularlas a través de la inteligencia emocional

Miedo, alegría, ira, irritación, tristeza… Son estados de ánimo que aparecen como un impulso ante un estímulo exterior, pero “brotan” de nuestro interior. Hay emociones básicas, casi reactivas. Y también las hay más complejas, que dependen del aprendizaje y de la cultura, que nos acompañan y se desarrollan a lo largo de la vida. No es lo mismo que tu hijo esté enfadado a que sienta melancolía: la segunda exige un cierto pensamiento reflexivo.
Si bien no es fácil distinguir las emociones básicas de las complejas, todas ellas están relacionadas con el carácter, con los rasgos concretos del individuo. Mediante el aprendizaje, la educación y el autocontrol, las emociones de los niños se regulan, se adaptan al entorno y a los demás y acaban configurando una personalidad.
La vida cotidiana nos obliga a ir regulando nuestras emociones en función del contexto y de las normas sociales. El niño aprende a no chillar cuando quiere, a compartir sus emociones, a no llorar ante cualquier problema.
En definitiva, aprende a tomar conciencia de sus propias emociones, a controlarlas y a canalizarlas de modo que, sin reprimir su espontaneidad, logra ser respetuoso y conciliador con los demás. Es lo que se conoce por inteligencia emocional: al desarrollarla, será capaz de adaptarse con flexibilidad y satisfactoriamente a su entorno gestionando sus emociones.
¿Qué pasa cuando las emociones no se regulan? Además de afectar a su comportamiento físico, pueden hacer más difícil que tu hijo se comunique o se relacione con los demás. Aparecen las rabietas, la desobediencia, la agresividad, los celos, los problemas para dormir o para sobrellevar la separación de los padres, por citar algunos ejemplos.
Una buena educación en las emociones de los niños les ayudará a enfrentarse a alteraciones graves de la vida cotidiana. Aprende a poner en práctica con Superpadres.com los recursos que te orientarán para conseguir una buena educación emotiva para tu hijo. Ayúdale a conseguir un mayor equilibrio personal, una actitud más positiva y comprometida, a tener en cuenta los sentimientos de las personas de su entorno y a comunicarse con los demás.