sábado, 21 de marzo de 2015

Los hijos de la pareja de mi padre o madre, ¿son mis hermanos?

Los hijos de la pareja de mi padre o madre, ¿son mis hermanos?

Cuando uno de los padres forma una nueva unión de pareja, es frecuente que el niño tenga que adaptarse a la llegada de nuevos hermanos. En estos casos, pueden darse situaciones muy variadas, como por ejemplo que un hijo bastante mayor tenga hermanos recién nacidos o que otro tenga simultáneamente un hermano producto de cada nueva pareja de sus padres. Las posibilidades de aceptación mutua tienen su contrapartida en los celos o las rivalidades qua pueden surgir.
Igual qué sucedió cuando se produjo la separación de sus padres, el niño necesita tornarse un tiempo para analizar la nueva situación y calibrar de qué modo le va a afectar. En este sentido, el niño atravesará etapas transitorias en las que irá tomando el pulso a las nuevas circunstancias. A partir de la interacción que se establezca entre él y los otros, se irá creando un nuevo sistema de relaciones. La capacidad para relacionarse con esos otros niños que han aparecido en su espacio vital estará relacionada con el grado de flexibilidad adaptativa que posean.
Realizar actividades colectivas que sean del agrado de todos puede ser una manera de favorecer el entendimiento. Pero los padres tampoco deben excederse en intentar dar una imagen de falsa alegría, puesto que es evidente que la nueva situación requiere un periodo de adaptación más o menos largo, en función del carácter de cada uno. La vida de los hijos cuyos padres han establecido nuevas relaciones, puede cambiar mucho y muy rápidamente. La convivencia con sus nuevos hermanos es un elemento más que viene a sumarse a la serie de cambios que ha experimentado el niño en su entorno personal. Por eso mismo es importante para su equilibrio emocional que cada nuevo paso vaya acompañado de un tiempo de reflexión y de diálogo.
Cuando el hijo o la hija tienen que compartir la vida diaria no sólo con el nuevo compañero sentimental de los padres sino también con algún hijo de una relación anterior, el proceso de adaptación puede decirse que es doble. Por un lado, tienen que dejar paso a esa persona extraña que se cuela en sus parcelas mas intimas: casa, ocio, vacaciones…, que observa cómo vive, juega, estudia, etc. Por otra parte, si esa persona tiene hijos, surgen de repente hermanos políticos; el niño no sabe si le caerán bien o mal, pero siente que tendrá que relacionarse con ellos. Estos hijos„ nacidos de parejas diferentes y unidos entre sí por el lazo amoroso que han establecido sus progenitores, compartirán espacios físicos, juegos, tempo libre… De las vivencias comunes surgirán experiencias a veces dolorosas, pero también enriquecedoras.
El inicio de la convivencia en un hogar común con los hijos de matrimonios anteriores también supone plantearse cómo distribuir el espacio físico. En una primera época, hay que procurar que sus habitaciones, ropa, juegos, etc., estén bien diferenciados, para que no se sientan forzados a relacionarse más de lo que realmente deseen. Más adelante, si es necesario, incluso podrán compartir la misma habitación. Además del espacio material, hay que tomar en consideración el lugar psicológico que necesita cada cual. Es preferible que lleguen a compartir cosas como consecuencia natural de la evolución de su relación, sin sentirse obligados a hacerlo.
Los padres han de tratar de comprender que el proceso de adaptación de los nuevos hermanos no será siempre tan rápido como ellos desearían. Por lo tanto, deben dar tiempo a los hijos para asimilar los cambios. Si los hijos de uno de los dos tienen ciertas costumbres y amistades, no hay que obligarles a abandonarlas para adaptarse a sus nuevos hermanos. La edad y las particularidades de cada niño marcaran la pauta a seguir.

Recuerda…

  • Si las pequeñas peleas entre hermanos criados en la misma casa forman parte de la normalidad, lo mismo puede decirse cuando se trata de riñas entre hijos de diferentes padres.
  • Los hijos, que estaban acostumbrados a un sistema particular de vida dentro del hogar, sienten la llegada de un nuevo hermano como una interferencia. Todos tendrán que aprender a compartir y respetarse.
  • Pasados los momentos difíciles, en los que las disputas por el espacio son prácticamente inevitables, van descubriendo que pueden tener afinidades y pasárselo bien juntos. En este momento es cuando empieza de verdad su elección voluntaria de querer ser hermanos.

El nacimiento de un “hermanastro”


Tener más de un  hijo de diferente madre o padre complica un poco más las cosas; sin embargo, por otra parte, proporciona nuevas experiencias enriquecedoras. Los acuerdos respecto a los hijos se establecerán a partir de ahora en varias direcciones, ya que el progenitor que ya tenía hijos de una unión anterior mantendrá ahora más de un vínculo parental. De esta manera, los hermanos par parte del padre o de la madre tendrán que hacerse a la idea de lo que va a suponer la llegada del bebé y darle un lugar en la recién inaugurada visión de la familia, El recién nacido sentirá siempre las circunstancias que lo rodean como algo natural y en absoluto conflictivo, puesto que desde el primer día habrá crecido junto a sus hermanos que tienen un papa o una mama que no coinciden con los suyos.