jueves, 9 de abril de 2015

Aprendiendo a hablar, de las palabras a las frases

Aprendiendo a hablar, de las palabras a las frases

Posiblemente el lenguaje es la habilidad que presenta una evolución más espectacular en el período de 1 a 3 años. Vamos a repasarlo detenidamente.
  • El niño de un año posee un vocabulario limitado a dos o tres palabras que aplica a personas u objetos próximos. Se trata de palabras formadas a partir de monosílabos que repiten la misma vocal: «papá», «mamá», «tata», «nene». Sin embargo, ya es capaz de comprender gran parte de lo que se le dice, sobre todo si se trata de órdenes sencillas. También es capaz de comunicarse con los demás y expresar sus deseos mediante ademanes y gestos. Por ejemplo, suele conocer la forma de negar, tanto verbal como gestualmente.
  • A los 18 meses, el niño ha ampliado extraordinariamente su vocabulario, tanto en lo que respecta a la comprensión como a la expresión. Muchas de las palabras que utiliza son para él meros sonidos sin un significado concreto. Emplea básicamente sustantivos que le sirven para designar a personas y objetos de su entorno, así como adjetivos con los que expresa las cualidades de dichos objetos o personas. Además, el niño también es capaz de señalar diferentes partes de su anatomía (nariz, ojos, cabello, etc.), si el adulto se lo enseña.
  • Hacia los 2 años, el niño empieza a usar los verbos. Ya es capaz de construir frases de tres o cuatro palabras que expresan una acción, pero aún habla de sí mismo en tercera persona. Ha perdido ya la jerga y se complace en escuchar y repetir el vocabulario que conoce u oye. Reconoce animales, objetos y personajes en sus cuentos. Él mismo puede, a su manera, contar sus propias experiencias pasadas, pero lo hace en presente, sin tener todavía noción temporal. A esta edad, el niño también sabe expresar verbalmente que quiere hacer pipí o caca. Además, la mayoría de los niños está preparada para usar el orinal o el inodoro.
  • Hacia los 2 años y medio, el niño es capaz de pronunciar su nombre y  sus apellidos. Es también a esta edad cuando adquiere el concepto de posesión. Así, el niño identifica sus juguetes y sus enseres personales. Rápidamente aprende a emplear los pronombres posesivos (mío, mi, tú, etc.) y adquiere gran importancia su propio ego, el «yo».
  • Hacia los 3 años, el niño triplica el vocabulario que poseía a los 2 años y la emisión de las palabras se hace más precisa. En este momento, se dan las máximas diferencias individuales. Hay niños que hablan perfectamente y otros que todavía tienen algunas dificultades de pronunciación o de construcción. Todos ellos dedican mucho tiempo a ejercitar su lenguaje y usan el soliloquio y el juego dramático. Con ellos imita todo lo que ve a su alrededor y lo traduce en frases y en auténticas representaciones teatrales. Empleando estos medios de expresión comunica su malestar o su alegría e incluso compone narraciones extensas sobre sus vivencias personales.  para imitar la manera de hablar de los adultos. También son capaces de entablar las primeras conversaciones con otros niños.

 Recuerda…

  • El desarrollo normal del lenguaje sigue una evolución que debe ser valorada con flexibilidad, sin olvidar nunca que cada niño es un ser diferente y con unas características propias.
  • Las niñas suelen empezar a hablar más precozmente y mejor que los niños.
  • Hay que tener presente que lo importante no es cuándo empieza a hablar el niño sino cómo lo hace.
  • Muchos niños tienen dificultades para pronunciar algún sonido. Hay que intentar corregir esta mala pronunciación, sin recurrir nunca al castigo.
  • Para estimular el desarrollo del lenguaje es bueno hablar mucho a los niños e invitarles a explicar sus cosas con preguntas.

Un consejo


Es muy recomendable hablar siempre a los niños, aunque ellos todavía no hablen o su lenguaje sea limitado, ya que su capacidad de comprensión siempre va muy por delante de su capacidad expresiva. El niño consigue captar el significado de nuestras palabras sólo por la entonación y entiende muchas de las expresiones de los adultos. Gran parte de su atención se centra en observar y explorar el comportamiento de los mayores. Incluso es capaz de detectar cuándo los adultos conversan sobre él. Por consiguiente, conviene cuidar el lenguaje y los temas de conversación en su presencia.