lunes, 22 de junio de 2015

Cómo inculcar las pautas de conducta al niño

Cómo inculcar las pautas de conducta al niño

Los padres somos los que iniciamos al niño en las normas de comportamiento y conducta social. Es importante que éste vaya adquiriendo unas pautas de conducta que le sirvan de indicativo en sus actuaciones y a la vez le ayuden a deducir las respuestas que puede obtener de ellas. Mediante la constancia y la regularidad de los padres, el niño se crea unos hábitos, que le dan seguridad y confianza. Debido a la gran dificultad que para él supone variarlos, es importante que, sea quien sea la persona que le cuide en casa, los respete. De otro modo, se verá perdido y no sabrá cómo actuar. En estas edades, de 1 a 3 años, el niño necesita de la ayuda de los padres para superar su ambivalencia entre necesidades y limitaciones. De ahí la importancia de la coherencia en nuestra actitud. Para ayudar al niño, debemos mostrarle unos límites con tolerancia y comprensión, entendiendo que acceder sin normas a todas sus demandas no es la mejor forma de favorecer su desarrollo. La oposición del niño ante estas exigencias del adulto es inevitable para la formación de su personalidad. El niño establece retos con los padres para averiguar hasta dónde puede llegar su imposición. Ante avisos y advertencias, continúa con su postura de oposición, expectante a la actuación de los adultos, que deberemos aclarar los motivos de nuestra negativa.
Para que pueda asimilar las normas, debemos imponerlas de igual forma ambos padres. El niño capta con facilidad si existen discrepancias en la manera de actuar de los padres. Si actuamos desde diferentes posiciones, nuestro hijo creará un tipo distinto de relación con cada uno. Esto debe evitarse para que no pueda parecer que uno es mejor que el otro.

Cuidado con… compensar la falta de tiempo con permisividad

Actualmente, por cuestiones laborales y de horarios, los padres tenemos poco tiempo para dedicar a nuestros hijos. Durante el día no tenemos muchas horas para poder jugar y por ello podemos llegar a sentirnos culpables. Este sentimiento puede generarnos la sensación que al llegar a casa debemos acceder a todas las demandas del niño, como acto de gratificación, y darle una total permisibilidad, aunque en ocasiones veamos con claridad que su conducta es errónea. El querer subsanar la falta de tiempo tomando una postura de total anarquía en casa es un error por parte de los padres. Lo que importa verdaderamente en la relación con el niño no es la cantidad de horas que se le puedan ofrecer, sino la calidad de relación que exista en ellas. Compartir actividades concretas, jugar de forma sincera, sin pensar en otros quehaceres y hacerse un poco cómplices en sus actuaciones es lo que enriquece y favorece al niño en su desarrollo. Por eso es importante demostrar al niño que sus juegos nos interesan y que queremos ser partícipes de ellos. En muchas ocasiones, para encontrar el tiempo necesario, se tendrán que crear una serie de prioridades compartidas entre la pareja.

Aprender a vivir en sociedad es fundamental en el desarrollo del niño, ya que adquirir una buena base le asegurará buenas relaciones con su entorno.