jueves, 4 de junio de 2015

Conductas problemáticas del adolescente (parte I): insolencia y agresividad

Conductas problemáticas del adolescente (parte I): insolencia y agresividad

En la adolescencia, la oposición entre el actuar sin pensar o el pensar antes de actuar cobra toda su importancia. Su fuerza y actividad motriz está brutalmente desarrollada y necesitan descargar esta energía en actos. Esto se manifestará, a nivel patológico, en los trastornos del comportamiento que motivan la mayoría de las consultas al especialista.

Actitudes de insolencia o pasotismo

Cuando el adolescente no encuentra ni la manera ni el lugar concreto donde desarrollarse, aparecen conductas marginales que muestran su renuncia a inscribirse en un orden social estipulado. Pueden responder a problemas personales que se acarrean desde la infancia o a la relación con el medio y el entorno familiar que le impiden desarrollar una vida estable y normalizada. Aparecen cuando, más allá de la rebeldía y las reivindicaciones, el encuentro entre padres e hijo adolescente se ha roto, llegando a la más absoluta indiferencia. Uno de los problemas más serios del adolescente surge cuando se aísla porque siente que no interesa a nadie. En el otro extremo se encuentran algunos grupos de jóvenes que toman como punto de unión el sentimiento de rechazo hacia la sociedad.
La preparación para adquirir las normas de participación social y saber relacionarse con los miembros de la sociedad se realiza mediante un largo recorrido educativo que se inicia en la infancia. De ahí la importancia y a un tiempo la dificultad— de la función educativa de los padres: debemos esforzarnos por inhibir las tendencias antisociales y potenciar las que favorecen el respeto hacia los demás.

Violencia y agresividad

La agresividad es un sentimiento natural del ser humano, aunque es necesario canalizarlo. La adolescencia es una etapa donde las conductas violentas adquieren una mayor fuerza: se busca la velocidad, las palabras violentas, la música fuerte, los deportes violentos… Pero la agresividad se convierte en un problema cuando constituye la única manera de convivir y sustituye al diálogo. Ciertos adolescentes expresan así sus dificultades para aceptar la frustración, se alteran y se ofuscan cuando no consiguen lo que quieren. La agresividad puede llegar a situaciones graves, cuando golpean a los padres o hermanos, y puede ir unida a episodios de autoagresividad (mutilaciones, suicidio, comportamientos arriesgados…). Los padres no debemos dejarnos llevar por este comportamiento, sino que debemos fijar unos límites claros. La consulta a un especialista se hace indispensable.

Huida de casa


Si bien salir de casa es el objetivo del período adolescente, la huida representa algo diferente. Generalmente, se huye para resolver una relación difícil con los padres o para probar si los siguen queriendo; pero también la posibilidad que adolescente sólo quiera experimentar la sensación de independencia. En todos los casos, cuando el hijo vuelve a casa debemos replantearnos la convivencia y consultar a un especialista.