lunes, 15 de junio de 2015

Soy un padre autoritario?

¿Soy un padre autoritario?

La vida emocional depende de unos resortes físicos y psíquicos que actúan de una manera unitaria: cuanto más primaria sea ésta, menor será la capacidad del ser humano para pensar en lo que se dice o para actuar de la manera más adecuada. Los impulsos se rigen por el principio siguiente: descargar las tensiones de la forma más inmediata posible, porque son desagradables. Las leyes de los impulsos son imperativas, se imponen al ser humano dándole órdenes para resolver la situación por la vía rápida, y conseguir de forma precisa las cosas, personas o conductas adecuadas a sus fines. Sobran las palabras y las posibles reflexiones que no estén incluidas dentro de este mecanismo: se debe hacer exactamente eso. El autoritarismo es la forma de exteriorizar los aspectos más primitivos de la vida emocional del ser humano.

Cuidado con el autoritarismo

El autoritarismo refuerza los aspectos más primarios de la personalidad. La humillación que comporta promueve el resentimiento y puede desencadenar deseos de venganza en cualquier momento de la vida.
Dirigirse a los niños o adolescentes de forma autoritaria cuando expresan conductas infantiles no les beneficia. El principio de autoridad del adulto queda dañado por su propia actuación al dejarse llevar por sus impulsos. Así logran el sometimiento de los hijos, pero es seguro que no ayudarán a cambiar el primitivismo de la personalidad.

Las paradojas de la libertad

Se pueden establecer ciertas analogías entre la familia y la cárcel. El prisionero condenado a permanecer en prisión sufre porque durante muchos años le privan de usar su libertad. El adolescente, cuando era niño, podía sentir algo parecido respecto a los ligámenes de dependencia establecidos con sus padres y familiares. El prisionero y el adolescente anhelan la libertad cuando no la tienen, pero, cuando se acerca el momento de salir fuera de los muros protectores, un vacío se abre a sus pies. Paradójicamente, esto es consecuencia directa del mismo sentimiento de libertad, porque la otra cara del sentimiento de libertad sin límites es el miedo a perder los puntos de apoyo conocidos y a tener que enfrentar lo desconocido.
Cada persona establece sus propias significaciones, matizadas y singulares, tanto del concepto de libertad como de esos estados que surgen con énfasis en la conciencia. Para asimilar los cambios durante estos pasajes hacia otra etapa de la historia personal, se requiere un complejo trabajo psicológico.

Y si mis hijos no me cuentan lo que les pasa…

Una de las principales fuentes de preocupación, en especial de las madres con respecto a sus hijas, es la causada por la expresión reconcentrada que los adolescentes manifiestan en según qué momentos. ¿Por qué se genera esa inquietud en los padres? Tarde o temprano, los padres llegan a preguntarles a sus hijos «bueno, a ver, ¿qué te ocurre?»; y la respuesta típica suele ser enigmática y breve: «nada». No hay que pensar que se trata de una conducta calculada, sino que responde a una necesidad de dejar constancia de que está haciendo su proceso de autonomía, sus propios descubrimientos sobre la vida y quiere guardarlos en secreto. Puede ser, entre otras cosas, una forma de enviar mensajes indirectos y de comunicarse con su familia y decirle que posee un mundo propio al cual accederán sólo algunas personas, y que lo compartirá con quien él quiera, cuando quiera y como quiera.

Si los padres han dado su voto de confianza al hijo adolescente, éste recurrirá a ellos si necesita ayuda.