miércoles, 12 de agosto de 2015

El período intuitivo, aprendiendo a expresarse

El período intuitivo, aprendiendo a expresarse

El niño, hasta los 2 años, construye su inteligencia sobre todo por un contacto sensorial y motor con el ambiente, de estímulo directo y respuestas repetidas. Durante el primer año asistimos a la rápida maduración de su sistema neurobiológico y, ya durante el segundo, los objetos del entorno se fijan, por características diferenciadoras, en imágenes mentales, al tiempo que el bebé inicia un nuevo tipo de aprendizaje combinándolas. En el período intuitivo o preoperacional, que va de los 2 a los 7 años, se produce, en cambio, una reelaboración del lenguaje y de la representación mental, que se hacen mucho más complejos, y el niño aprende a fijarse en dimensiones perceptivas aisladas, como el color y el tamaño de los objetos. Es el período de la actividad simbólica. El niño aprende a representar objetos a través de las palabras y a manipularlas mentalmente, del mismo modo en que en el estadio anterior manipulaba los objetos.
En este período intuitivo, la capacidad de aprehensión del niño se desarrolla a través de las representaciones (juega casi permanentemente) y realiza la estructuración mental mediante el pensamiento simbólico. Es una etapa egocéntrica porque el niño se ve a sí mismo como el centro de la realidad y no se coloca en otra perspectiva que no sea la suya propia. No se interrelaciona con el medio, sino que lo interioriza.
Otra característica de este período es que el niño desarrolla muy deprisa su habilidad para dibujar.
El primer lenguaje
La adquisición del lenguaje se inicia ya antes de cumplir el primer año de vida, cuando el bebé grita, balbucea e imita algunos de los sonidos que oye. A partir del año surgen el «papa», «mama», «lala» u otros. Casi siempre son sílabas dobles de sonidos que el desarrollo neurobiológico le permite pronunciar. Aquí, la intervención y la relación afectiva de los padres es fundamental para contribuir a la evolución intelectiva del niño, pues la comunicación que se establece entre el bebé y los adultos no es sobre objetos sino sobre emociones.
En los últimos tramos del período sensoriomotor, el niño establece ya una relación entre significante («guau- guau», por ejemplo, imitación del ladrido del perro) y significado (el animal que ve en casa o en la calle, pero también podría ser su caseta, o un gato). Hay dos clases de significantes: los signos y los símbolos. El signo es acordado socialmente (la palabra «perro»); el símbolo, en cambio, es individual (la onomatopeya «guau-guau»). El significado es también individual, pues corresponde a una imagen mental. Cuantos más signos asimile el niño, mayor será su capacidad de expresar y de comprender, es decir, de comunicarse.
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Las primeras palabras y frases de la iniciación lingüística del niño señalan un largo camino en su desarrollo psicofísico. El perfeccionamiento del lenguaje, a partir de los 2 años, está dividido en tres ejes básicos de desarrollo evolutivo.
  • El primero sería el desarrollo fonético, como la reproducción imitativa de los sonidos.
  • El segundo eje sería el progreso semántico, es decir, el paulatino conocimiento de significantes, de palabras, que permite que los significados respectivos se adecúen cada vez más a las convenciones sociales, lo que posibilita la comunicación niño- adulto y niño-niño.
  • Por último, aparece el perfeccionamiento sintáctico, la construcción de las frases con sus significados ordenados en un orden cada vez más preciso.
Es decir, a la pregunta «¿dónde está papá?», el niño contestará, primero, «guau-guau», después, «papá guau-guau» y, finalmente, «papá pasea perro», señalando hacia su padre que, efectivamente, pasea al perro. Así adquiere las reglas gramaticales que le permiten comunicarse.
En este proceso, es importante jugar con el niño para ayudarle a desarrollar el lenguaje. Gritar onomatopeyas, pronunciar palabras simples en voz cada vez más alta para que él las repita… Y mantener una estrecha relación afectiva, pues el lenguaje es sobre todo, en esta época, una forma de comunicación emotiva.
El pensamiento intuitivo

Algunos autores denominan como de pensamiento simbólico a la etapa de los 2 a los 4 años, y pensamiento intuitivo a la comprendida entre los 4 y los 7 años. En este último estadio, el niño no interrelaciona todo lo que ha aprendido: puede resolver algún problema lógico, pero no deshacer el camino que le había llevado a la solución. Por ejemplo: si se colocan en dos hileras paralelas, media docena de huevos y sus hueveras correspondientes, de forma simétrica. A la pregunta «¿qué hay, más huevos o más hueveras?», el niño contestará «igual». En cambio, si se cambia la disposición, delante del niño, agrupando las hueveras y dejando los huevos en una hilera más larga, a la misma pregunta que antes, es muy probable que el niño conteste «más huevos». El niño, en sus juegos, sólo se centra en la disposición de los huevos y no en la relación que hay entre la disposición de éstos y la de las hueveras. En esta etapa preoperacional no es capaz aún de manipular representaciones mentales con rapidez y flexibilidad.