lunes, 30 de noviembre de 2015

El placer de escribir

El placer de escribir

El leer es algo que preocupa a muchas familias. ¿Cómo hacer para que mi hijo lea, que se aficione a la lectura? A menudo os planteáis éste interrogante. Estrategias hay muchas, contáis con más de un artículo en esta sección, pero… ¿y sobre la escritura? Os propongo fijarnos también en ella y en sus beneficios a nivel de desarrollo madurativo.
Parece que hoy en día escribir –y más escribir a mano– nos parece algo extraño. Con la utilización, tanto de adultos como de niños de todas las edades de aparatos con teclados (teléfono móvil, tabletas, ordenadores, ….), el lápiz y el papel han quedado en segundo término, aunque todavía hay culturas que consideran la escritura como un arte.
Hay estudios neurológicos que demuestran los beneficios de escribir, y sobre todo de escribir a mano. Por un lado, está comprobado que se estimula la capacidad motora y visual, óculo-manual, que pone en juego las funciones cognitivas, estimulando neuronalmente nuestras capacidades. Eso implica una mayor necesidad de concentración y organización, de atención en lo que estamos haciendo, de memoria, de comprensión, reflexión e interiorización. Eso me lleva a resaltar ese otro beneficio de la escritura manual, que es la capacidad de conectar con nosotros mismos, con nuestras propias emociones y sentimientos, … y de llevarlo de dentro para afuera, como posibilidad de expresión comunicativa y muchas veces como recurso terapéutico eficaz.
Considerar de este modo la escritura implica creatividad, libertad de expresión, utilizar el tiempo necesario sin prisas ni presiones, madurez, autonomía, imaginación, autoconocimiento… por supuesto, no se trata de cumplir con estándares caligráficos determinados, ni mecanicismos impuestos ni tecnicismos… sino de ser capaces de expresarse desde la propia emoción, desde el placer. Lo otro vendrá después. Por supuesto, si  a un niño le imponemos la escritura (como la lectura) la aborrecerá, no aprenderá, no sentirá la necesidad de ser constante… Pero ¿cómo se puede llegar a conseguir? Recetas mágicas no existen, pero sí algunos ejercicios que os pueden ayudar a procurar ese placer por la escritura, sobre todo a partir de los 6 años aproximadamente, que es cuando los niños comienzan tando a curiosear con las posibilidades del entorno como a experimentar con las palabras haciéndolas danzar en libertad:
-Hay muchos juegos: escribir sin pensar, lo primero que se nos ocurra y a partir de aquí montar una pequeña historia; palabras encadenadas, a partir de las cuales escribimos un relato; …
-Describirse a uno/a mismo/a caricaturándose, describir a otros, a la mascota, …
-Cantar y escribir canciones
-Escribir los sentidos: los gustos, los olores, las sensaciones, lo que escuchamos, …. Claro, antes es necesario percibirlos, hablar de ellos con vuestros hijos, describirlos.
-Escuchar, ver, mirar (fotos, obras de arte, imágenes, colores, …) y escribir qué sensaciones nos producen
-Escribir los sueños, aunque resulten relatos disparatados una vez escritos
-A veces, cuando alguien está triste, no es fácil poner palabras, pero sí podemos poner un sonido, un dibujo,… De hecho, dibujar es el primer paso para escribir, las letras son representaciones, figuras dibujadas que cuando se entrelazan forman palabras, que cuando se ordenan forman frases que nos ayudan a contar cosas, preocupaciones, alegrías, …
-Escribir un diario personal
-Recuperar la correspondencia: las postales navideñas, un regalo a partir de un pequeño escrito, cartearse con amigos que viven lejos (o cerca), compartir las vacaciones, algún viaje o excursión con los abuelos, …
-Leer en alto lo que se ha escrito ofrece la posibilidad, entre otras cosas, de autorregularse pero también de compartir con otro/s.
-Vuestros hijos imitan lo que ven, por lo que si os ven escribir y compartís algún momento con ellos, van a querer hacer como vosotros.

Todo lo dicho referido a los niños y adolescentes, pero también a los adultos. La escritura se convierte en una herramienta mágica y valiosa para expresaros. Os animo a compartir escritos con vuestros hijos, a crear historias, cuentos, juegos, … , que os dejéis llevar por el placer de escribir, pues evidentemente es otra manera de potenciar vuestra propia comunicación emocional.