martes, 29 de diciembre de 2015

Cómo evitar que la separación tenga un efecto negativo en la vida sentimental de los hijos

Cómo evitar que la separación tenga un efecto negativo en la vida sentimental de los hijos

La actitud de los padres durante el proceso de separación o divorcio, al igual que sus actuaciones al formar una nueva pareja, influyen considerablemente en el psiquismo de los hijos. Esta influencia no solamente se limita al periodo de tiempo en el que se desarrolla la ruptura, sino que se prolonga a largo plazo. Si los padres han sabido mantener a los hijos al margen de las disputas, sin involucrarlos en sus conflictos como pareja, si han intentado que las circunstancias no los obligaran a soportar una carga que no les correspondía, su equilibrio psicológico no se verá dañado. Si se cumplen estos requisitos, a medida que vayan creciendo y madurando, podrán plantearse su futuro con un mayor grado de autonomía, sin sentir ningún temor porque se repita el fracaso de la relación de sus padres. Algunos hijos de padres separados dicen cosas como: “ojala no hubiera nacido” o “yo no me casaré porque no quiero tener hijos desdichados”. Los niños que crecen con la idea de que hubiera sido mejor no conocer a sus padres están negando su derecho a estar en el mundo. Si piensan que todos los matrimonios o uniones entre un hombre y una mujer están abocados al fracaso cuando sean adultos irremisiblemente tendrán más probabilidades de crear, aunque sea inconscientemente, problemas con su propia pareja, rehuir sus compromisos afectivos y cerrar su capacidad de amar y ser amados. Ellos mismos anularan todas las posibilidades de entablar una relación de pareja y de sacarla adelante, con lo cual no harán más que confirmar sus expectativas negativas.
Cuando los hijos se convierten en padres, tienden a reproducir de forma inconsciente los esquemas de relación familiar que han vivido en el pasado. Para evitar que se forme una cadena de conflictos que se vayan transmitiendo de padres a hijos sucesivamente, es sumamente importante cuidar el enfoque quo se da a ciertos acontecimientos, teniendo en cuenta que su repercusión no es sólo en el presente o futuro inmediato, sino a largo plazo, algo quo en ciertos momentos se hace difícil de vislumbrar. Un modelo de comunicación basado en el respeto a la identidad de los hijos, como individuos diferenciados de sus padres, y el diálogo abierto sobre los temas que se consideren suficientemente esenciales como para no ser pasados por alto o hacer de ellos un tabú, son elementos que podrán evitar que se originen cargas de malestar innecesarias y que ayudaran a sentar unas buenas y sólidas bases para el futuro.
El sentido perdurable de la familia se basa esencialmente en la creación de vínculos de afecto. Cada hijo o hija ha de poder crear su particular recorrido vital de acuerdo con sus criterios, que no tienen por qué coincidir con los de sus padres. Además, los adolescentes han de poder vivir con alegría los primeros momentos de enamoramiento, al margen de los conflictos que hayan podido surgir entre sus padres. Para que esto sea así, hay que tener presentes algunas consideraciones:

  • Hay que respetar el lugar diferenciado del hijo y su capacidad afectiva para seguir queriendo a su padre y a su madre, más allá de las desavenencias entre ellos.
  • No se puede culpabilizar a los hijos de la separación de sus padres ni transmitirles la idea de que hubiera sido mejor si no hubiesen nacido.
  • Nunca se puede esperar que un hijo o una hija llene el vacio afectivo que ha dejado el ex cónyuge. Los hijos no sustituyen nunca a las parejas, ni viceversa.
  • Por el mero hecho de haber nacido, los hijos tienen derecho a existir y a gozar de una vida de calidad.
  • No hay que transmitir a los hijos las ideas que tengan los padres respecto al amor, el matrimonio o el sexo como verdades irrefutables, ya que ellos han de formarse sus propios principios.