miércoles, 23 de diciembre de 2015

Seguir unas normas, aquello que tanto molesta a los adolescentes

Seguir unas normas, aquello que tanto molesta a los adolescentes

Las normas familiares suelen ser fuente de problemas durante la etapa de la adolescencia, en la que los jóvenes rechazan muchas cosas que habían adquirido o aceptado con anterioridad. Su necesidad de «ser» vistos, escuchados, y de ser reconocidos en la sociedad les lleva a una oposición continua, con posturas en ocasiones de indisciplina y rebeldía a todo lo impuesto. En realidad quieren afirmarse como personas, desapareciendo estas conductas al ir tomando responsabilidades. En cambio, pueden ser muy dóciles con las normas del grupo de amigos, a los que siguen con una gran lealtad, o a las instituciones a las que se adhieren en razón a un ideal social como vía de identificación.
¿Por qué rechazan lo establecido?
La necesidad de rechazar lo establecido no es un aspecto negativo en el adolescente, sino una vía para reafirmarse como persona. Su identidad personal es precaria, y ello les lleva al intento, a veces doloroso, de buscar salidas propias con las que sentirse queridos y valorados, fuera del ambiente familiar donde hasta el momento han sido protegidos. Sus cambios psicológicos e intelectuales les llevan a cuestionarse si los modelos que representan sus padres pueden seguir constituyendo el ideal. Pierden la admiración por ellos, pasando a una actitud completamente contraria en la que son desvalorizados, para poder diferenciarse de ellos. Sin embargo, necesitan agarrarse a otros ideales para subsistir, y los suelen encontrar en los grupos de amigos, en el amor, etc. El psicólogo social Deutsch dice que todos los grupos de adolescentes tienen dos objetivos principales: servir de vehículo a la rebelión y ofrecer de alguna manera un refugio contra la angustia. Son vías transitorias, propias de esta etapa, que les ayudarán en el futuro a reafirmarse en el lugar que les corresponde como adultos.
¿Cuáles son los problemas más frecuentes?

El adolescente es un chico insatisfecho con un componente importante de malestar. Se siente incomprendido por los padres y la sociedad en general, a quienes acusa de la causa de todos sus males. Su fragilidad y turbulencia interior le ocasionan enfrentamientos constantes con el mundo que le rodea o bien un retraimiento consigo mismo que lo aísla de la realidad. Sus demandas son ya «exigencias», exige tener más libertad de horarios, poder ir con los amigos y amigas que le plazca, etc. Desea dar salida a sus impulsos de forma inmediata y conseguirlo todo al instante. Su encuentro con el otro sexo suele ser romántico y difícil, puesto que hay un sentimiento de inseguridad e infravaloración de su propio cuerpo que desea reafirmar con el descubrimiento del otro sexo. Hay que tener mucho cuidado en este momento, ya que los adolescentes viven las normas y prohibiciones de los padres como ataques de los que tienen que defenderse. Es conveniente no intentar resolver los problemas por la vía de la disputa continua y no desvalorizar todo lo que hace.