viernes, 12 de febrero de 2016

Alternativas para padres preocupados por crecimiento de sus hijos

Aprenda a manejar los cambios de comportamiento de acuerdo a la edad.

El cariño y afecto son los mejores medios para educar, porque indican proximidad y complicidad entre padres e hijos.
El cariño y afecto son los mejores medios para educar, porque indican proximidad y complicidad entre padres e hijos.

¿Conoce alguna madre o algún padre que no haya sufrido en algún momento problemas de convivencia con sus hijos? La respuesta es un rotundo ¡no!, porque estos padres sencillamente no existen.
“Estos problemas son normales en algún momento de su desarrollo y todos tienen solución cuando se tratan con sentido común y con cariño”, explica Montse Domènech, licenciada en Pedagogía y Psicología Infantil y autora del libro ¡Edúcame bien!: 100 respuestas para madres y padres preocupados. En él explica cuáles son los motivos que más generan desavenencias entres padres e hijos y cómo manejarlos.

Los horarios
“Los niños, a medida que van creciendo, quieren tener más control sobre sus horarios aún sin estar preparados”, explica la experta. Aunque ocurre más en la adolescencia, puede suceder mucho antes debido a que los pequeños están cada vez más conectados a las tabletas y dispositivos móviles.
Para solventar estos problemas, Domènech considera que “es importante dejar claras las normas desde el principio, con un tono conciliador, y preparar cada situación con tiempo suficiente para no sorprender al niño sin previo aviso”.
Reacciones inesperadas
Muchos padres se sorprenden por ciertas conductas del niño, que son distintas a su comportamiento acostumbrado. “De repente se dan cuenta de que aquel niño dócil y responsable, transgrede una norma porque está experimentando su poder y empezando a dar muestras de que busca su identidad, copiando modelos de su entorno que le parecen más atractivos”, asegura.
Ante este tipo de conflicto, Domènech recomienda a los progenitores que “eviten dar muestras de debilidad y se comuniquen con un tono de diálogo y afecto, manteniendo las normas muy firmes, para no desorientar al niño”.
Celos de hermanos
Según esta psicóloga y pedagoga, “los celos son manifestaciones emocionales que están presentes frecuentemente entre hermanos que se comparan entre ellos e interpretan que sufren un trato de menor atención y tienen miedo de perder protagonismo y protección de los padres”.
Los celos “se presentan en diferentes etapas del crecimiento, pero suelen tener más importancia ante el nacimiento de un nuevo hermano”.
Domènech prefiere no catalogar siempre los celos como sentimientos negativos, ya que demuestran cómo los hermanos se tienen en cuenta, para lo bueno y para lo malo, y esto es un juego de emociones que genera un vínculo afectivo. “Sería muy negativo que los hermanos se ignoraran entre ellos y que no establecieran relaciones de ningún tipo”, señala.
Desinterés por el estudio Según la experiencia de esta psicóloga, los niños de hoy en día no se sienten motivados por los estudios “porque los encuentran aburridos y difíciles, en comparación con la cantidad de estímulos y alternativas que ofrece la sociedad, que son mucho más atractivos e interesantes”.
Para superar estos problemas, la especialista propone “trabajar desde la familia para inculcar el valor del esfuerzo, para que los niños aprendan a afrontar retos difíciles que los hagan sentir más fuertes y seguros”.
Depresión
Los niños, igual que los adultos, pueden sufrir estados depresivos o altibajos en el estado anímico. “Muchas veces el origen de este problema está en un cambio brusco en su entorno personal, como la separación de los padres, las relaciones con sus amigos, los cambios hormonales o las dificultades escolares”, indica la especialista.
Estos estados de ánimo pueden superarse con la ayuda de un profesional que oriente a los padres, educadores y amistades para que presten ayuda de forma coordinada. “Es importante no mostrar angustia delante del niño y relajar el ambiente lo más posible para conseguir confort”, recomienda.
Ante todo, la clave está en el sentido común y en dar grandes dosis de afecto.