sábado, 25 de junio de 2016

Colombia: ¿Jóvenes sin futuro?

En la Habana se acordó la salida de menores de 15 años de los campamentos de las FARC-EP, así como la elaboración de una hoja de ruta para la salida de todos los demás menores de edad que conforman esa guerrilla. También, se anunció un programa integral especial para su atención y restitución de derechos.
Esta noticia, uno de los mayores horrores de la guerra en Colombia, por si sola explica la necesidad de encontrar caminos de paz y reconciliación. Estoy de acuerdo con quienes piensan que los acuerdos de la Habana darán inicio al proceso de parar la guerra, pero la paz estable y duradera empezará con el involucramiento de la sociedad y sus instituciones en el proceso de postconflicto para resolver los problemas más urgentes relacionados con la pobreza y con la educación de calidad para los niños y jóvenes que asisten a la educación pública.
Es probable que en la forma de parar la guerra, no se logren poner de acuerdo la mayoría de colombianos, sin embargo, algunas acciones a realizar en el postconflicto deberían concitar la unión y los esfuerzos de todos, por ejemplo, lograr que a mediano plazo se generen oportunidades reales de desarrollo a los niños y a los jóvenes más pobres, de manera especial a quienes viven en el sector rural o en las áreas deprimidas de las ciudades.
Tal y como están las cosas hoy la mayoría de jóvenes de Colombia no tienen futuro, veamos: según la OCDE, entre los países miembros de esa organización, “Colombia tiene el índice más alto de niños que no completan la educación básica ni adquieren las competencias básicas”. Lo anterior lo reafirma en Bogotá el Estudio Distrital de Juventud 2014 que destacó como en la Ciudad sólo “el 61,3% de la población joven alcanza la básica secundaria y media como máximo nivel educativo, seguido de formación universitaria incompleta con el 11,9%, y nivel técnico con el 9,8%” (Propuesta del Plan de Desarrollo de Bogotá 2016 – 2019). insisto estos datos son de Bogotá, imagínense que pasa con los jóvenes en los más de 200 municipios de la guerra.
En anterior columna sostuve que en el año 2014 la matrícula por grados en educación básica y media mostraba que en el grado 6º estaban matriculados 915.284 estudiantes, mientras que en el grado 11 sólo aparecían 489.807 jóvenes, lo anterior evidencia que entre los grados 6º a 11º perdemos más de 300.000 estudiantes. Los más pobres, si les va bien, terminarán validando el bachillerato o matriculados en la educación nocturna, la de peor calidad. Además, recordemos que según la Encuesta Demográfica y de Salud de Colombia un estudiante del estrato uno tiene una esperanza de vida escolar de 6 años, frente a los 12 años de los estudiantes de las familias más ricas (estrato 6).
La altísima tasa de deserción escolar de los jóvenes está asociada al incremento de delincuencia y criminalidad en los menores, según la Revista Semana “entre 2007 y junio de 2013 ingresaron al Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente 130.298 menores. Más del 75 por ciento fue por penas menores y solo el 6 por ciento por homicidio, secuestro, extorsión y delito sexual”. También, el periódico el Tiempo se refirió a la gravedad de las infracciones de los menores en editorial del año 2015: desde el año 2011 se mantiene “un promedio de entre 60 y 70 aprehensiones de menores diariamente, por diferentes delitos. Y que en el 2014 fueran capturados 24.357 menores. Y para mayor preocupación, que algunos, a tan tempranas edades, ya registren casi una decena de entradas a los reformatorios, sobre todo por delitos de hurto y tráfico de estupefacientes”.
También el DANE en el seguimiento que realiza al trabajo infantil (octubre - diciembre 2015) encontró la tasa de trabajo infantil para la población de 5 a 14 años de edad fue de 4,6% y para la población de 15 a 17 la tasa alcanzó el 24,4%. Lo más grave, sostiene el DANE “es que en cabeceras, la tasa de trabajo infantil fue de 6,7% mientras que en los centros poblados y rural disperso fue de 15,6 %”.
Los anteriores datos evidencian que una parte de los jóvenes menores de 18 años desertan del sistema educativo a edades tempranas (entre 12 y 15 años), una parte de ellos van a la guerrilla así lo demuestra el acuerdo con las FARC, otros se tornan en delincuentes juveniles (los jóvenes, que hacen parte del 9,8 por ciento de delitos cometidos en el país) y otros ingresan al mercado laboral, la Tasa de Trabajo Infantil para el total nacional a diciembre del 2015 superaba el 9% (DANE). Conclusión: jóvenes pobres, no futuro.
Sólo queda esperar que en el postconflicto nos pongamos de acuerdo, ahí si todos, sobre la forma de salvar a los menores y jóvenes más pobres de Colombia, cuando ellos tengan futuro, empezaremos a consolidar la paz.