lunes, 4 de julio de 2016

Cómo hablarles a los hijos de forma efectiva?

Decirles mentiras o criticarlos son algunas de las cosas que se les quedan para siempre.

Cuando le hable a sus hijos no lo haga 'desde las alturas'. Agáchese hasta estar a su nivel.
Cuando le hable a sus hijos no lo haga 'desde las alturas'. Agáchese hasta estar a su nivel. 
“Como la voz de la madre se convierte en la voz interior del niño, es importante que esta sea amorosa, justa y precisa”. Este es, en palabras de Ximena Silva, psicóloga familiar sistémica y transpersonal, el valor fundamental de las palabras dichas por los padres a sus hijos. Ello, porque así como los adultos les hablen a sus niños, ellos se hablarán a sí mismos.
Si los padres le dicen a su hijo todo el tiempo que es malo o tonto o incapaz, él terminará por decirse a sí mismo las mismas palabras y creerá que realmente es malo, tonto o incapaz. No obstante, esto tampoco significa que si siempre se le dice que es brillante o el mejor, en efecto lo sea o lo vaya a ser. Lo que él necesita es que las palabras de los padres cuenten lo que realmente es, porque sabe diferenciar cuando le mienten y cuando solo tratan de congraciarse con él. En esa medida, por ejemplo, si un niño hace un dibujo sin mayor esfuerzo y su madre le dice que es lo máximo, pero él tiene claro que no es cierto, podrá llegar a creer que su madre miente. Tal vez si ella sabe que su pequeño lo ha hecho para salir del paso puede decirle algo como ‘están lindos los colores que usaste, pero pregunto: ¿fue ese tu mejor esfuerzo?’. Lo más probable es que el niño responda que no lo ha sido y, como consecuencia, confiará más en su madre porque ya sabe que ella le dice lo que verdaderamente es.

Al corregir a un hijo es muy importante que se le diga exactamente qué fue lo que hizo mal, sin arandelas, sin generalidades, sin exageraciones. Si mintió, basta con decirle que dijo una mentira, explicarle por qué lo hizo mal y cómo se debe hacer bien. No se trata de decirle que los engaña a todos, que no sabe lo que hace, que siempre se mete en líos. Que el niño diga una mentira no significa que sea mentiroso. Desafortunadamente, si la madre le dice todo el tiempo a su hijo que es mentiroso, él terminará convirtiéndose en uno.


Como explica la psicóloga Silva, “las palabras nos definen, y las primeras que nos encontramos en la vida son las de los padres, luego (están) las de los profesores y después las de los pares”. Así, durante los primeros años de vida, cuando se siembran bases que perdurarán, esas palabras serán las definiciones que queden en la mente del niño.
Por esto, a la hora de hablarles a sus hijos:

Intente no cualificar a la niña
Se aplica para su hija mujer, por las cosas que hace. No le diga que no se suba al árbol, pues es de niños; tampoco, que no se ponga brava porque entonces parece un niño, o que no diga lo que siente porque las mujeres se deben comportar. Ser hombre o mujer va más allá de lo que cada quien haga. Todos tienen el mismo derecho a elegir.
Nunca lo defina
Deje que su niño comparta con usted sus emociones. Elimine de su vocabulario expresiones como ‘eres un llorón’, ‘eres un malgeniado’, ‘eres un gritón’ o ‘eres un furioso’.
Procure no calificar
Si su hijo hombre llora, nunca le diga que es una nena, que los hombres no lloran, que sea varón o que se comporte. Los niños tienen tanto derecho como las niñas a la expresión de sus sentimientos y deseos. Llorar no los hace débiles; sencillamente, humanos, y el derecho a la expresión de las emociones no es exclusivo de las mujeres. Tampoco le diga que no juegue con las ollas porque la cocina es para las niñas. Las definiciones de lo que es hombre y mujer en la sociedad han cambiado radicalmente, y tanto unos como otros están en las mismas condiciones.
Hable de manera positiva
Es mejor decir que puede mejorar y enseñarle cómo, en vez de decirle que no es capaz. No le diga siempre que no, y más bien preséntele opciones. Prefiera frases como: ‘todavía la bicicleta te queda grande’, ‘juega mejor en el triciclo’ o ‘mejor pinta en este papel blanco que en mi libreta de anotaciones’.
Siempre dígale la verdad de todo
Si cree que con decirle que todo está bien lo hace fuerte, está equivocado. La verdad hace fuertes a los seres humanos. Si él ha hecho algo mal, debe decirle qué hizo. De la misma manera, si ha hecho algo maravilloso, dígale que lo es.
Cuando le hable...
No se dirija a su hijo ‘desde las alturas’: usted de pie y él sentado. Agáchese hasta estar a su nivel o siéntense juntos. Cuando es bebé, háblele mientras lo lleva en brazos. Cuando crezca, siéntelo en sus piernas. El contacto físico es importante.
Jamás le hable mal de su pareja
Para los hijos, ambos padres son importantes y merecen su cariño. Si pone a su hijo en el medio, no sabrá qué hacer y creerá que debe traicionar a uno para merecer el cariño del otro. Los niños saben lo que ven, tienen sus propios juicios y cuando crecen construyen una visión de sus padres como personas y como esposos. Frases como ‘es que tu papá...’, ‘es que tu mamá...’ solo confunden a los niños.
Hable con amor
Si va a corregir a su hijo, no lo grite ni use groserías. Esto lastima su autoestima. Si está muy alterado, dígale a su hijo que en ese momento no van a hablar, que lo harán más tarde. Si está estresado, explíquele que va a descansar un rato antes de charlar. Cuando lo corrija, mírelo a los ojos y háblele con calma. No lo señale con el dedo, mejor tómelo de la mano.
Jamás generalice una acción
No puede definirse toda la personalidad de un niño por un solo hecho equivocado. Si el niño mintió, no le diga que es mentiroso, sino que dijo una mentira.
Diga exactamente lo que debe decir
No les dé rodeos a sus ideas. Si quiere que el pequeño recoja los juguetes, dígaselo. No se extienda en argumentos como: ‘me parece que este cuarto está desordenado y tú no pones de tu parte en la casa’, ‘yo siempre hago todo, me toca todo sola y aquí nadie me presta atención’, ‘ahora sí me vas a hacer caso’, ‘es responsabilidad de todos la casa’, ‘yo no vivo sola’, ‘vas a recoger tus juguetes’.