lunes, 12 de septiembre de 2016

Qué tanto pesa un título de maestría para definir el salario?

Después de obtener un pregrado y quizás algunos años de experiencia laboral, muchos piensan en mejorar sus ingresos salariales y no saben si optar o no por continuar con sus estudios profesionales. ¿Valdría la pena hacerlo?

¿Qué tanto pesa un título de maestría para definir el salario? 


En la actualidad, el número de personas que terminan sus estudios de colegio e ingresan a la universidad se ha incrementado, un factor que hace que también sea más tensionante la situación a la que se enfrentan los egresados pues, con más personas graduadas de su misma carrera, tienen que demostrar con otras habilidades y capacidades que son los indicados para un trabajo, además de certificarlas con un título.
Así es como no solamente se hace necesario tener todos los conocimientos y la teoría del funcionamiento en cierto campo determinado, como también certificar el dominio de un idioma (en un mundo que cada vez más está globalizado); pues es esto lo que se termina convirtiendo en ese “plus” para ser seleccionado en una oferta laboral.
Es así como según estadísticas del SNIES, Sistema Nacional de Educación Superior, para el año 2015 las matrículas totales en maestrías fueron de 52.608, lo que representa un incremento aproximado de 265% en comparación con el 2007, cuando las matrículas a maestrías ascendían a tan solo 14.393. Pero si este valor se compara con la cantidad de personas matriculadas a un pregrado fueron de 1.431.983, se nota que es un pequeño porcentaje el que se decide a estudiar un estudio de posgrado, ¿cuál será la motivación?
Entre las razones, la mayoría de personas que hace una especialización o maestría (o superiores) busca mejorar su ingreso salarial, así como también quieren especializarse en un campo particular. Además las universidades, expertos y entidades gubernamentales como el Ministerio de Educación motivan a los estudiantes a seguir estudiando porque según, el Observatorio Laboral de esta cartera, “un profesional más capacitado, mejora sus conocimientos, adquiere mayores destrezas y competencias que lo convertirá en el ‘candidato’ perfecto para el mercado laboral y además de ser útil para sí mismo es bueno para el país porque el contar con personas con altos niveles de formación, significa avanzar en el camino hacia la investigación y la innovación, fundamentales para la competitividad y el desarrollo del mismo”.

Con lo anterior concuerda el profesor Jorge Alberto Osorio, Director de posgrados de la facultad de Ingeniería de la Universidad El Bosque, quien explica que un posgrado o una maestría es la oportunidad de adquirir competencias específicas, de generar producción científica, así como también para mejorar la carrera profesional y conseguir vínculos laborales. “Es útil para lograr mayores oportunidades laborales ya sea en el país o fuera de él, pues un mágister es muy solicitado en en el exterior y quienes lo tienen son reconocidos por su buena labor”, señala.
Por otro lado, Eliana López, Manager de la división de Finanzas y Legal de la empresa de selección Michael Page, sugiere que los beneficios de un posgrado son más personales, en cuanto al crecimiento propio y el relacionamiento que la persona puede lograr, ya que solo en algunas áreas son más valorados los títulos que en otras; como es el caso de posiciones de IT, tecnologías de la información, en donde son muy bien recibidas las certificaciones en lenguajes de programación, en Ingeniería, en calidad o en mejoramiento continuo como Six Sigma.
¿Realmente aumenta el salario?
En una encuesta que realizamos en FP, tanto en la web como en Twitter, preguntando si ¿le ha servido tener un posgrado o una maestría para tener un salario más alto?, los resultados nos permiten tener más luces sobre la situación: con un total de 667 votos, tan solo el 16% afirmó que se le había incrementado más del 50% de su salario actual, el 33% dijo que se le incrementó menos del 50%, el 76% aseguró mantener el mismo sueldo a pesar de sus estudios y por último, el 75% dijo no haber pensado ni siquiera en realizar un posgrado o una maestría.