jueves, 13 de octubre de 2016

Las preocupaciones sexuales de los preadolescentes en las redes

Compartir imágenes en sus redes sociales les genera pertenencia e identidad con sus pares.

Los adolescentes tienen que lidiar permanentemente con el ciberacoso, el grooming, el sextting y otras sofisticadas formas de violencia virtual.
Los adolescentes tienen que lidiar permanentemente con el ciberacoso, el grooming, el sextting y otras sofisticadas formas de violencia virtual.
 El impacto del uso de las redes sociales en el desarrollo de niños y jóvenes es un tema sobre el que hay mucho por decir, especialmente, en lo que se refiere a si esta influencia es positiva o, al contrario, afecta de manera negativa la formación de una personalidad y una identidad sana.
Un tema muy importante tiene que ver con la construcción y vivencia de la sexualidad. Diversas investigaciones apuntan a que muchos comportamientos ya constituyen una tendencia cultural que puede ser muy perjudicial para los jóvenes.
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Del número exagerado de horas que pasan conectados y la cantidad infinita de mensajes que se envían, una gran parte están relacionados con contenidos sexuales. Los jóvenes están expuestos a contenidos que expresan sentimientos, actitudes y creencias acerca de la sexualidad y la sensualidad que, con frecuencia, no corresponden a su etapa evolutiva ni a su nivel de desarrollo cognitivo y emocional.

A esto se suma la curiosidad característica de esta edad, la presión de grupo y el hecho de que la mayoría de las interacciones de los jóvenes de hoy tienen lugar en las redes a las que acceden con gran facilidad.
En este contexto hipersexualizado, las relaciones son muy exigentes y demandan de los jóvenes muchas habilidades y destrezas que aún no poseen. El foco está puesto en la apariencia, por lo que deben estar atentos a definir qué compartir de sí mismos para posicionar su imagen.
Cuál es su mejor cara es un tema de permanente preocupación que se vincula con la necesidad de autoafirmación a través de lo que publican. Ser atractivos sexualmente es muy importante y está vinculado con la propia sensación de valía.
Pero además, deben responder a la exigencia de parecer adultos experimentados, lo que resulta un poderoso estímulo para arriesgarse a vivencias que con frecuencia no saben cómo enfrentar, pero que normalizan en el “todos lo hacen”.
La información que suben a redes es un arma de doble filo que, por un lado, les ofrece reconocimiento y beneficios sociales. Compartir imágenes en Instagram o Snapchat es muy llamativo, les genera pertenencia e identidad con sus pares. Es cierto que las fotos con contenidos sexuales son las que más likes consiguen, pero al tiempo corren el riesgo de ser víctimas de acoso sexual, de chantajes que no prevén a través de, incluso, videos comprometedores que se vuelven virales.
Los adolescentes tienen que lidiar permanentemente con el ciberacoso, el grooming, el sextting y otras sofisticadas formas de violencia virtual, las cuales lesionan su dignidad, integridad y seguridad.
Muchos están conscientes de sus efectos adversos, pero no saben qué hacer. Se preocupan, inquietan y muchas veces se angustian y deprimen, porque además pueden fácilmente pasar de víctimas a victimarios o al contrario.
No saben cómo ceder a la presión sin marginarse, cuál es la medida para aparecer recatados o liberados con respecto a la sexualidad y no les resulta tan sencillo diferenciar entre la vida real y virtual. Estas son habilidades de alta ingeniería emocional y social.
Requieren mucha orientación y acompañamiento inteligente, informado y objetivo por parte de los adultos, para leer entre líneas esta nueva realidad social y que la sexualidad se constituya en una experiencia placentera y enriquecedora y no en una fuente de dolor y sufrimiento.