martes, 25 de octubre de 2016

Por qué los jóvenes son malos ahorradores y no saben administrar sus finanzas?

Falta de educación financiera, heredada desde sus hogares, temor al crédito y confiar en sus emociones, son tres causas que provocan malas decisiones.
Chequeo financiero
La mayoría de los jóvenes no tiene conocimiento de las alternativas para mejorar sus finanzas personales. 

En la actualidad, los jóvenes se enfrentan a una compleja situación económica. El desempleo juvenil, la inestabilidad e informalidad laboral y las altas cifras de desescolaridad, son temas que ensombrecen su panorama. 

Sumado a eso y a la falta de oportunidades, los jóvenes también son malos ahorradores y no saben darle rumbo claro a sus finanzas personales sobre los ingresos que reciben. 

Algunos estudios indican que por no pensar en el futuro, las personas entre los 18 y 24 años gastan todo el dinero que cae en sus manos en lujos innecesarios y gastos hormiga. 

Además de cortoplacistas -una conducta propia de esta edad- los jóvenes tienen muy mala cultura del ahorro y no saben que es el consumo inteligente, por factores heredados desde el hogar. 

Una reciente investigación hecha por docentes de las universidades Javeriana, Nacional y Externado de Colombia, sobre cómo manejan su dinero los universitarios en el país, evidencia cifras preocupantes.

De 675 jóvenes evaluados, sólo el 19 por ciento supo identificar cuál era la tasa de interés que más le convenía adquirir en un crédito de consumo, mientras que el restante 81 por ciento se ‘rajó’ en precisar la opción más conveniente para su bolsillo. 

Y si esto sucede entre universitarios, las cifras alarman más entre quienes no tienen conocimiento ni conceptos básicos financieros. 

Un estudio del Banco Mundial concluye que más de dos tercios de la población colombiana no puede hacer un cálculo simple sobre la tasa de interés, ni ha recibido educación respecto a cómo administrar el dinero. De esos dos tercios, casi el 70 por ciento son jóvenes en edad de trabajar. 

Precisamente, el mal más grave tiene que ver con la poca educación financiera que reciben y que los lleva a invertir mal lo que ganan, a derrochar el dinero que manejan y a no pensar en el mañana y menos en el futuro. 

Para el profesor Juan Camilo González, docente de la Universidad Externado de Colombia, quien lideró la investigación entre los universitarios, el problema radica en que en lo último que se habla en el seno del hogar es del adecuado manejo de las finanzas. 

“Lo preocupante es que la plata es el último tema del que se habla en el hogar y, en cambio, sí es el primer motivo de divorcios entre las parejas”, explicó.

EMOCIONES, MALAS ‘CONSEJERAS’ 

Otra de las razones por las que los jóvenes gastan 'a manos llenas' es porque se dejan llevar de las emociones. 

La mayor parte de sus ingresos son gastados en alimentos (23 por ciento), transporte (20 por ciento) y el 19 por ciento en ocio. 

Sin embargo, entre los universitarios, en la medida en que avanza la carrera, destinan más a entretenimiento como fiestas y viajes que en la alimentación. Dicho en otras palabras: sacrifican la comida por la diversión. 

TEMEN ENTRAR AL SISTEMA FINANCIERO

Un hecho más que agrava este mal radica en que los jóvenes aún le temen a entrar al sistema financiero. 

Su desconocimiento en temas relacionados con las finanzas personales produce entre ellos aversión al tema, razón por la cual prefieren mantenerse al margen de productos financieros. Una gran mayoría tiene la idea de que "los bancos les roban su plata".

Para el profesor González el primer paso es “perderle el miedo a entrar a un banco y preguntar; además, conversar con los padres sobre cómo manejan ellos el dinero. Incluso, aprender de sus errores o malas prácticas podría serles útil”, explica. 

Tenga en cuenta que las entidades financieras cuentan entre sus portafolios con productos destinados para jóvenes e incluso con asesorías para darle un mejor destino al dinero que gana. 

La clave para llevar una sana y tranquila vida financiera está en asesorarse y tomar decisiones a tiempo y, menos mal, aún son jóvenes para hacerlo.