Gracias por ser como eres (de imperfecta)
No sé muy bien por dónde empezar porque son muchas las cosas
que quiero decir y dan vueltas en mi cabeza de manera desperdigada, sin orden
ni concierto, un poco como somos los niños: inconstantes, enérgicos,
cambiantes, que tanto estamos riendo como llorando y tanto queremos con locura
como decimos que yo no quiero nada de nada. El caso es que me he sentado aquí,
mamá, con mi papa en el computador para decirte lo mucho que te quiero y
agradecerte cómo eres.
Sé de buena tinta que, desde que nací en tu corazón, has
intentado hacer las cosas bien, o muy bien. El miedo a fallar, el miedo a
equivocarte, el miedo a dejar de hacer cosas importantes o a hacer cosas que
pudieran dañarme te han hecho estar muy pendiente de todo y sé que esto te
genera un poco de ansiedad. Ansiedad o miedo, a que la persona más importante
de tu vida, yo, pueda reprocharte algo como a veces, en tu interior, le
reprochabas a tus padres. Y ya me ves, sentado para agradecértelo, así que algo
habrás hecho muy bien, pese a que a veces no sientes exactamente eso.
Sé que has vivido muchas cosas duras, que has sufrido en
muchos aspectos y sé que conmigo tuviste las ganas de, por fin, hacer algo muy
bien y que viste la oportunidad de curar viejas heridas a través de la
maternidad porque, ¿acaso no enriquece y hace crecer a alguien como persona el
saber que estás criando y alimentando a un bebé del mejor modo que se puede?
¿Acaso no supone una motivación y un orgullo saber que estás dando lo mejor de
ti para hacer de tus hijos personas de bien? ¿Acaso no es el compartir, el dar,
el ofrecer lo mejor de una el momento en que se cierra el círculo perfecto
entre lo que uno es y lo que el otro puede llegar a ser? Porque cuando una es
madre lo mejor que puede ofrecer no son juguetes, ni regalos, ni la mejor ropa,
sino su cariño, su tiempo y su amor. Y esto, aunque quede mal decirlo, no todas
las madres (ni todos los padres) lo dan del mismo modo. ¿Que por qué digo esto,
mamá? Pues porque quiero que sepas que el día que no estés, el día que me
faltes, el día que te vayas, tu legado permanecerá en mí para siempre. Tus
palabras, tus besos, tus caricias, tu cariño... y tus imperfecciones. Todo ello
quedará en mí, en mi aprendizaje, en mi vida, en mi manera de ser, y yo lo
transmitiré también a mis hijos para que, en cierto modo, cada nueva generación
sea un poco de quien tú eres.
Ya, lo sé. Ahora mismo te estarás diciendo que no eres nadie
en especial, sino simplemente una mamá que trata de hacerlo lo mejor posible y
que se equivoca más de lo que desearía. Sé que lo sientes así, pero puedes
estar tranquila: eso mismo es lo que piensan todas las madres, porque sos tan
responsable, das tanto por mi, que siempre piensas que podrías dar un poco más,
o que podríais hacerlo mejor.
Y sin embargo te doy las gracias porque eres imperfecta,
porque haces muchas cosas bien, pero haces cosas que no desearías acabar
haciendo. Y aunque sé que has llorado porque no has logrado ser la madre ideal
que querías ser, debes estar orgullosa solo por el mero hecho de haberlo
intentado y de seguirlo intentando. Quítate esa presión, mamá, porque para ser
una madre perfecta deberías ser una mujer perfecta, y esa mujer no existe.
Además, tendrías que tener un hijo perfecto, y yo no lo soy, porque los niños
no venimos a hacer lo que nuestros padres quieren, sino a ser libres, a hacer lo
que queremos y necesitamos y, en cierto modo, a daros unas cuantas lecciones de
vida. Sí, sí, lecciones de vida, que ustedes los mayores están acostumbrados a
vivir según unos horarios y unas normas que a nosotros nos parecen estúpidas.
¡Pero si la mayoría viven siempre en la constante búsqueda de la felicidad y no
logran hallarla! Nosotros, en cambio, somos felices y, en vez de aprender de
nosotros cómo hacerlo, pretendes que nos acostumbremos a tu modo de vida, mucho
más estresante.
Pero aún así, te doy las gracias porque cada vez que te
equivocas yo me doy cuenta de que, cuando me equivoque, que lo haré, seré tan
humano como tú. Porque cada vez que me pidas perdón, yo estaré aprendiendo a
pedir perdón. Cada vez que te haga sentir mal, cuando me enfade, verás que hay
algo que te estoy pidiendo y no alcanzas a entender, y lucharás por encontrar
el modo de volver a estar los dos en sinfonía.
Si fueras perfecta, yo pretendería serlo también y al darme
cuenta de que no puedo me sentiría fatal, presionado, dolido y triste por no
cumplir tus expectativas. Pero el saber que no es así me hace sentir más capaz
de ser yo mismo y no tanto quien creo que quieres que sea. Además, sé que lo
intentas, que tratas siempre de hacerlo mejor y que luchas por pasar más tiempo
conmigo, y eso me hace sentir muy querido y, a la vez, me hace quererte mucho.
Por eso, vuelvo a decírtelo, no te ofusques con tratar de
ser la mejor madre del mundo, pues yo no la necesito. Yo solo te necesito a ti,
tal como eres, para aprender a través de ti cómo es este imperfecto mundo en el
que me ha tocado vivir y cómo se gestionan esos choques continuos entre
personas y caracteres. ¿Cómo sino iba a aprender a relacionarme con otros niños
y otros adultos, si todo es siempre idílico, alejado de la realidad exterior?
Siendo así, siendo como eres, con el cariño con que me tratas, con el amor con
que me hablas y con el respeto con que tomas tus decisiones eres mi madre
imperfecta perfecta.
Así que no cambies, sigue tratándome así, de ese modo que le
explicas siempre a papá: "le cuido de esta manera porque es como a mí me
habría gustado que mis padres me trataran, y además, es que lo siento así, sale
de dentro", así, como te sale de dentro, y sigue acompañándome en este
camino tan complicado que me ha tocado vivir, porque la vida puede ser muy dura
y triste por todo, o muy dura y feliz, a pesar de todo, según lo que me lleve
en la mochila el día que me despida de ti. De momento, cuando la abro, veo
dedicación y cariño, así que como yo no te reprocho nada, no lo hagas tú
tampoco. Y si en algo crees que puedes mejorar, adelante. Todo lo que crezcas
como persona será todo lo que yo me lleve conmigo.
Sin más, me despido no sin antes decirte que TE QUIERO, así,
con mayúsculas.
FELIZ DÍA DE LA MUJER.