viernes, 5 de mayo de 2017

Cómo prevenir la adicción de los niños a los videojuegos

Establecer normas claras sobre el tiempo y tener en cuenta la clasificación de edad, puntos claves.

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La principal responsabilidad para evitar la adicción a videojuegos en niños recae sobre los padres.

Si bien en Colombia la adicción a los videojuegos no es catalogada como una de tipo clínico, la directora del programa de Psicología de la Universidad de Ibagué, Diana Ximena Puerta, quien ha dedicado buena parte de su carrera a estudiar la interacción de los menores con esta tecnología, afirma que sí se evidencia que cada vez es mayor el tiempo libre que los niños y adolescentes invierten en ellos y que cada vez más se presentan casos de uso problemático.
Diana Obando, coordinadora Centro de Servicios de Psicología de la Universidad de La Sabana y experta en adiciones y problemas juveniles, está de acuerdo: “Se ha evidenciado un aumento significativo en el uso de tecnología por parte de los menores desde una edad más temprana; esto puede llevar a que los niños se acerquen a la tecnología de manera poco favorable”, asegura.
Sin embargo, las profesionales coinciden: no hay que generalizar. El uso de videojuegos no es negativo en sí mismo. Un estudio realizado por investigadores del Hospital del Mar y el Instituto de Salud Global de Barcelona, publicado en el 2016 por la revista científica ‘Annals of Neurology’, concluye que los niños en edad escolar que juegan con videojuegos tienen mejores habilidades motoras y un mejor rendimiento escolar, pero aclara que dos horas a la semana son suficientes.

El mismo estudio también sostiene que jugar más de nueve horas a la semana se asocia a la aparición de problemas de conducta, conflictos con los compañeros y menores habilidades sociales. Así que, en el caso de los niños, un factor que agrava la situación es la falta de control de los padres, tanto en el tiempo de juego como en el tipo de juegos que consumen.
“Si los niños pueden acceder de manera frecuente y por periodos muy largos a los videojuegos sin que los padres regulen este tipo de actividades, puede aumentar la posibilidad de la adicción”, dice Obando. “Lo otro es que el padre desconoce la clasificación de los videojuegos y a veces pueden comprar juegos inadecuados para sus hijos”, como lo explica la doctora Puerta.
Y hay más agravantes, como la conexión sin vigilancia a internet. “La red facilita el ingreso a todo tipo de videojuegos, y no solamente los encuentran en plataformas exclusivas de juegos, sino también en las redes sociales”, advierte Puerta.
De acuerdo con la investigadora de la Universidad de Ibagué, un factor que influye es la poca preocupación gubernamental que existe para que haya una legislación adecuada respecto de la clasificación de edad de los juegos de video y el acceso a ellos, como existe en países como Estados Unidos y en Colombia con industrias como el cine y la televisión. Esto lleva a que los menores reciban estímulos, imágenes y mensajes inadecuados.
Desde hace cuatro años existe en el país una ley sobre videojuegos, la 1554 del 9 de julio del 2012. No obstante, regula principalmente la operación de establecimientos que prestan el servicio de videojuegos, establecimientos ya un tanto obsoletos por el auge de las consolas caseras e internet. 
La ley establece que estos lugares deben estar ubicados a más de 400 metros de distancia de instituciones educativas, pero descarga toda la responsabilidad de identificar a posibles jugadores patológicos en los propietarios de los establecimientos de video-juegos, sin fortalecer las estrategias para que los padres ejerzan su rol de prevención. Finalmente, ellos son principales custodios de sus hijos.
Prevenir la adicción
Diana Puerta afirma que la principal responsabilidad para evitar la adicción a videojuegos en niños recae sobre los padres, que deben informarse y poner límites al tiempo de juego.
Si un padre de familia tiene conocimiento del juego, la edad recomendada y el uso que le dará el niño, ya estaría previniendo un uso problemático. Lo mismo con el tiempo: los padres son quienes deben regular cuánto dedican los chicos a los juegos”, dice Puerta.
Obando dice que la idea no es prohibir, sino enseñar y orientar a los niños para que hagan un uso racional del juego; y agrega que ocupar a los niños en otras actividades es importante, toda vez que “un niño que cuenta con labores extracurriculares, como deportivas o artísticas, tiene menor riesgo de involucrarse en una adicción. Esta diversidad de actividades sirve de protector”.
Otra forma de prevención es educar a los niños en la autorregulación. La psicóloga infantil Paula Andrea Beltrán explicó, en entrevista con la revista ‘ABC del bebé’, que luego de poner un límite de juego es bueno ubicar un reloj frente al niño para que él mismo administre su tiempo de juego: sirve para darle autonomía y confianza.
Por otro lado, Bernal sostiene que si bien no es necesario estar todo el tiempo junto a los niños cuando juegan, sí es bueno recordarles cuando les queden 15, 10 o 5 minutos de juego, para que se preparen para terminar.
Otra buena idea es restringir el uso de videojuegos en lugares comunes dentro de la casa, como la sala, en lugar de las habitaciones de los niños, porque ayuda a los menores a diferenciar entre sus momentos personales y los sociales.
Del mismo modo, es bueno recordar también que los colegios tienen la responsabilidad de enseñar a los niños sobre lo positivo de una relación equilibrada con la tecnología: “los videojuegos pueden ser herramientas de aprendizaje, pero hay que partir de la educación”, concluye Diana Puerta. 

‘Lo importante es saber separar prioridades de gustos y poder ponerse límites’
Jennifer Ramírez tiene 23 años y estudia Ingeniería en Productividad y Calidad, y desde los 6 años les dedica tiempo a los videojuegos. El primero fue Mario Bros., en el Nintendo de uno de sus primos. Recuerda que cuando sus padres le regalaron una consola, las reglas fueron claras: ellos decidían el tiempo de juego, aunque nunca limitaron la temática de estos.
Conforme fue creciendo, las normas se ajustaron. “En bachillerato, mi hermana y yo teníamos dos turnos de juego después del colegio, una de 3 a 6 de la tarde y otra de 6 a 8 de la noche”, cuenta Jennifer.
Durante el periodo universitario, la regulación la ha puesto ella: entre semana solo juega si tiene tiempo libre, los fines de semana puede jugar en turnos entre las 9 p. m. y las 2 a. m., pero siempre teniendo en cuenta que “lo importante es separar las prioridades y ponerse límites uno mismo”. Agrega que la regulación de sus padres cuando era pequeña fue importante para que aprendiera a autolimitarse y nunca haber tenido problemas de adicción.