sábado, 13 de mayo de 2017

Diez 'tips' para una buena nutrición de sus hijos

Los hábitos que adopte su pequeño determinarán un adecuado desarrollo integral para su futuro.

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La alimentación del menor también es una oportunidad para que la familia haga cambios en sus propios estilos de vida.

1.  Leche materna, el alimento 10
La lactancia materna exclusiva entre los 0 y los 6 meses es básicamente una “inversión para toda la vida”, como lo señalan varios expertos. En este alimento gratuito y diseñado por la naturaleza se encuentran todos los nutrientes, vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales para satisfacer las necesidades del recién nacido en términos de crecimiento, desarrollo cognitivo, maduración de las conexiones nerviosas y fortalecimiento óseo, entre otras funciones vitales. De este modo, en esta etapa el niño no necesitará consumir agua, jugos, frutas, sopas u otros alimentos. Además, varias investigaciones y estudios han concluido que la leche materna es una ‘vacuna natural’, pues contiene los anticuerpos que ayudarán a blindar al pequeño a lo largo de su vida contra todo tipo de infecciones y enfermedades virales y bacterianas, problemas de desnutrición y obesidad, e incluso contra algunos tipos de cáncer en su edad adulta.
2. La importancia de hidratarlos
Según el doctor Gustavo Alfonso Díaz Muñoz, nutricionista de la Universidad El Bosque, “es muy común que los padres pasen por alto la importancia de los líquidos en la alimentación”, ya que, se centran en las comidas duras y se olvidan de que gran parte de la alimentación en los primeros años proviene de los líquidos.
En este sentido, el agua se convierte en uno de los elementos imprescindibles para el funcionamiento del organismo, especialmente en los primeros dos años de vida.
Díaz Muñoz resalta que aunque el agua es esencial, la variedad también es importante en la dieta, por lo que después de los 6 meses se pueden ofrecer otros líquidos como jugos naturales, lácteos y algunas frutas como la naranja, la sandía y el melón. Adicionalmente, el especialista recomienda “no ofrecerle al infante bebidas edulcoradas, refrescos y gaseosas o jugos envasados y azucarados, pues hacen perder el apetito y contribuyen a la caries dental
y a la obesidad”, explica Díaz.

3. Y llegan los nuevos sabores
Cuando el bebé ha cumplido los seis meses de vida, sus necesidades nutricionales aumentan, ya que en este momento prácticamente ha duplicado su peso corporal, lo que requiere de que se le introduzcan de forma gradual
en su dieta una variedad de alimentos sólidos, semisólidos y líquidos ricos en proteínas y nutrientes, los cuales se encargarán de complementar, mas no sustituir, la lactancia materna, al menos hasta los dos años de edad. Por ello se aconseja iniciarlo en la ingesta de frutas en compotas preparadas de manera natural, purés o papillas de vegetales (variando entre verdes y amarillos) y papillas de cereales infantiles. También es crucial introducir carnes molidas o en puré con el fin de favorecer la cobertura de nutrientes como el hierro y el zinc.
Entre los 9 y los 11 meses ya puedes ofrecerle alimentos de mayor consistencia como papa, yuca, arracacha y pláta-
no, así como vegetales cocidos y carnes desmenuzadas. Finalmente, hacia el primer año, las especialistas sugieren integrar al niño a la mesa familiar con los horarios de comida de los adultos, es decir, tres comidas principales
y dos refrigerios entre comidas.

4. Meriendas nutritivas y apetitosas
Si bien las tres comidas principales brindan al niño los nutrientes que necesita para su adecuado crecimiento y desarrollo, es necesario que entre una y otra se proporcionen alimentos que refuercen su nutrición, le den energía que compense su gasto calórico durante el día y que además resulten un poco más fáciles y divertidas de ingerir para los pequeños. Lo primero para tener en cuenta por los padres es que al hablar de pasabocas, meriendas u onces no se está haciendo referencia a dar snacks o galguerías sin un sentido nutricional. Todo lo contrario. Las mediasnueves deben ser aprovechadas por los padres para reforzar la alimentación de sus pequeños, de modo que la creatividad aquí juega un papel muy importante. Se trata de hacer preparaciones que combinen frutas y vegetales, harinas (lo ideal son las integrales), carbohidratos, lácteos y porciones de proteína, de manera que el niño las reciba con el suficiente agrado como merienda. Se pueden hacer sándwiches, pinchos, ensaladas de fruta, etc. Los especialistas recomiendan
los horarios oportunos entre una comida y la otra, evitar porciones muy grandes que dejen al niño demasiado lleno y que entren en competencia con la siguiente comida.

5. Alimentación en familia y hábitos saludables
La alimentación del menor también es una oportunidad para que la familia haga cambios en sus propios estilos de vida, sobre todo si se tiene en cuenta que el niño imitará lo que vea en su casa y que, a partir del primer año, ya estará comiendo de todo. Así, si el pequeño es partícipe de una dieta familiar natural y saludable, es muy probable que desarrolle buenos hábitos alimentarios. En este punto, los especialistas recomiendan que la alimentación familiar incluya todos los grupos de alimentos: frutas, verduras, granos, tubérculos, lácteos, carnes y pescados, entre otros, idealmente preparados en casa y bajos en grasa, sal y azúcar. Además, los expertos insisten en que el acto de comer sea entendido como un momento de integración familiar, en el que los niños socialicen, tengan la oportunidad de expresarse y participar de la conversación que se origine alrededor de la mesa, a la vez que aprendan valores, hábitos de higiene como el lavado de dientes y manos, así como buenos modales.
6. Actividad física y nutrición, un menú ganador
Los padres no solo deben asegurarse de que su hijo reciba una alimentación balanceada sino que realice algún tipo de actividad que le exija movimiento corporal para evitar problemas de sobrepeso y otras afectaciones a su salud. Pueden empezar por la práctica de deportes o juegos al aire libre al menos durante dos o tres horas todos los días, además de una correcta hidratación con agua o jugos naturales. La importancia de esto radica también en que el ejercicio físico no solo actúa como regulador del peso del niño sino que favorece su bienestar físico y social, mejora de forma significativa las funciones cardiovasculares y contribuye a una adecuada maduración de sus habilidades psicomotoras y de sus sistemas muscular y óseo.
7. Alergias que incomodan
Aunque es cierto que los alimentos ayudan al crecimiento del niño, fortalecen huesos y músculos, y son la fuente de energía, no todos son benéficos para la salud puesto que pueden causar alergias, una situación que no siempre es fácil de percibir. Esto sucede cuando un anticuerpo llamado IgE (Immunoglobulina E), que se encuentra en las personas alérgicas, hace que el sistema inmunológico sobrerreaccione a un alimento inocuo.
Los principales alérgenos son aquellos que tienen alto contenido de proteínas, como la leche de vaca, el huevo, el pescado, los mariscos, el maní, la soya, las nueces y algunos productos con cantidades elevadas de preservantes o colorantes. De acuerdo con los médicos consultados, las reacciones alérgicas a alimentos provocan por lo general evidencias dermatológicas como picazón en la piel, hinchazones o urticaria; síntomas gastrointestinales que pueden incluir vómitos y diarrea e incluso, comprometer las vías respiratorias en casos severos.

8. Receta para la vida escolar
Los niños en edad escolar necesitan alimentarse bien a fin de evitar las enfermedades presentes en su entorno, y
tener energía para estudiar y estar activos física y mentalmente.
Por ello es indispensable evitar que el niño salga de casa sin desayunar, ya que no solo es la comida más importante del día sino que de la calidad de los alimentos ofrecidos en este dependerá que se asegure o no una provisión de nutrientes necesarios para enfrentar los desafíos de la jornada escolar.
Respecto a las loncheras, los expertos aclaran que en estas se deben ofrecer alimentos nutritivos que se vean atractivos y les gusten a los pequeños. Se pueden incluir los que proporcionen energía como pan y cereal integrales, galletas sin relleno, maní, etc.; alimentos de origen animal bajos en grasa, como un huevo cocido o en tortilla; lácteos semidescremados (queso, yogur, kumis) y opciones con alto contenido de fibra, vitaminas y minerales (frutas, verduras y cereales integrales). No hay que olvidar incluir bebidas como agua, bebidas lácteas y jugos naturales.

9. Cuando aparece la inapetencia
Hacia los dos años aparece la temida inapetencia. Algunas cifras indican que los padres se refieren a problemas con el apetito de sus hijos en el 43 por ciento de las consultas pediátricas. Y es que, según los nutricionistas, este fenómeno se genera por el desarrollo normal de los niños, que está asociado a la exploración del mundo que inician los pequeños. El alimento pasa a un segundo plano y sus necesidades nutricionales disminuyen porque el crecimiento para este momento no se da de una manera tan rápida. Por ello, lo ideal es continuar con los horarios de comida establecidos en casa para mantener una regularidad en la dieta del menor, ofreciéndole siempre alimentos nutritivos como proteínas, frutas, verduras y cereales, para asegurar que lo poco que llegue a comer realmente le aporte a su organismo. Aquí ayuda mucho ofrecer platos atractivos con comida variada y colorida, servir porciones adecuadas, negociar con el niño si desea comer un poco más de un alimento que del otro y no presionar ni castigar, aunque tampoco ceder ante chantajes y berrinches. Así mismo, no darle al niño galguerías, pues su desinterés por la comida puede convertirse en excusa para comer lo que desea.
10. Dieta, porciones y alimentos
Una alimentación saludable en los primeros 10 años de vida es la que, dicen los nutricionistas, incluye todos los grupos de alimentos en la cantidad y calidad adecuadas, y que tiene como características incluir todos los grupos de alimentos al día: 5 porciones de frutas y verduras, de 3 a 5 vasos de agua al día, una porción de cereales para proveer hierro al cuerpo y entre 50 y 100 gramos de carne u otra proteína como el huevo, las leguminosas y los cereales.