domingo, 24 de diciembre de 2017

Mineducación responde sobre obligatoriedad de la educación

El pasado 9 de septiembre, nuestro columnista experto en temas de educación, Ángel Pérez, publicó un escrito titulado "La educación de niños y adolescentes debe ser obligatoria". Esto responde la ministra de Educación, Yaneth Giha.
 
Yaneth Giha, ministra de Educación. Semana. Foto: Semana 

Leímos con atención la columna de Angel Pérez publicada en Dinero el pasado 9 de septiembre, en la que manifiesta preocupación por la falta de respuesta del Ministerio de Educación frente a la reducción de la matrícula y la deserción escolar. Agradecemos sinceramente al señor Pérez por sus comentarios, pues consideramos el debate con argumentos fundamental para fortalecer la educación pública. Por tanto, nos permitimos hacer algunas aclaraciones frente a las preocupaciones del columnista.

La educación es la herramienta más poderosa para avanzar en la construcción de un país en paz y con equidad. Es el camino que permite a cada niño y a cada joven hacer realidad sus sueños, sin importar sus condiciones económicas. Así lo ha entendido este Gobierno y, por esa razón, se han hecho esfuerzos,sin precedentes, en dos vías. Primero, para que ningún niño o joven se quede sin estudiar y, segundo, para que reciban una educación de calidad.

En 2011 decretamos la gratuidad educativa, desde transición hasta el grado once, para que la falta de dinero no les impidiera a los padres de familia llevar a sus hijos al colegio. Hoy, más de 8 millones de niños y jóvenes estudian gratis y el país alcanza una tasa de cobertura educativa del 97,2%.

Si bien el total de la matrícula disminuyó en cerca de un millón de estudiantes, entre 2010 y 2016, también es cierto que la razón principal de esta reducción fue el hallazgo de más de 730.000 estudiantes “fantasmas”, es decir, que se encontraban registrados en el sistema, pero su existencia no pudo ser comprobada en las auditorías que realizó el Ministerio de EducaciónNacional. Esta depuración no solo ha permitido contar con información acertada sino garantizar un uso eficiente de los recursos públicos.

Otra causa de la diminución de la matrícula obedece a la reducción de la población en edad escolar. Según datos de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, la tasa de fecundidad ha bajado sistemáticamente en Colombia: en 1967, el promedio de hijos estaba en 6,7 por cada mujer; en 2010 pasó a 2,1 y en 2015 a solo 2 hijos. Esto significa que, año tras año, menos niños ingresan al grado de preescolar. 

Ahora bien, si hablamos propiamente de la deserción escolar, ésta pasó del 4,8% en 2010 al 3,72% en 2016. En otras palabras, en los últimos seis años, evitamos que cerca de 95.000 estudiantes abandonaran las aulas de clase. Y cuando de educación se trata, cada niño cuenta.

Precisamente, programas como el Plan de Alimentación Escolar, que permite la distribución de más de 5,7 millones de raciones diarias de alimentos en todo el país; el servicio de transporte escolar, que se financia con recursos del Sistema General de Participaciones y favorece a los estudiantes de zonas alejadas; y la entrega de más de 41 millones textos escolares, han facilitado la permanencia en las instituciones educativas oficiales.

Reconocemos que la tarea debe continuar. Por eso, a lo largo del año, el Ministerio de Educación realiza, conjuntamente con las Secretarías de Educación, jornadas de búsqueda activa de niños y jóvenes sin matricular, barrio por barrio, casa por casa, especialmente, en los municipios más apartados y con menor cobertura para asegurar avances en el cierre de brechas. Este es uno de los grandes desafíos. Mientras en 2015 la cobertura de grados décimo y once fue del 47% en zonas urbanas, en zonas rurales fue del 29%.

El reto es múltiple. Por un lado, debemos lograr que ningún niño se quede sin estudiar. El sistema educativo oficial está en capacidad de recibirlos en cualquier momento del año escolar. En segundo lugar, es necesario fortalecer las estrategias para que ni un solo niño se retire del sistema educativo. Y, por último, es fundamental seguir trabajando en el cierre de brechas entre zonas urbanas y rurales, especialmente, aquellas golpeadas por el conflicto.

La responsabilidad es de todos. De nada sirven las acciones del Gobierno si los padres de familia no llevan a sus hijos al colegio. Hacer que sus hijos estudien y acompañarlos en el proceso de formación, es ayudarlos a cumplir sus sueños. Solo un país en el que los niños y jóvenes pueden cumplir sus sueños, con educación de calidad, es un país en paz.