domingo, 11 de febrero de 2018

Guillermo Coria: “Perder la final de Roland Garros me permitió ser mejor persona”

El argentino hace un repaso de algunos momentos de su carrera deportiva, incluida su nueva etapa como buscador y formador de nuevos talentos.

 
Guillermo Coria habla sobre su carrera. Fuente: FrancésGo

Han pasado ya casi catorce temporadas desde aquella final inolvidable de Roland Garros 2004 que enfrentara a Gastón Gaudio y Guillermo Coria. En esta ocasión hablaremos del segundo, uno de los tenistas más talentosos que vio este deporte y que, sin embargo, colgó la raqueta sin firmar un gran título en su carrera. El argentino habla sobre aquella tarde de junio y muchos otros temas en una entrevista con Página 12 donde repasa su nuevo trabajo y algunas anécdotas del comienzo de su carrera.

“Me preguntan varias veces al día, pero son situaciones que hay que acostumbrarse”, confiesa sobre aquella final, la única que disputó de Grand Slam. “En su momento esa final me dolió y me hinchó las pelotas no haberla ganado habiendo estado a un punto dos veces, a menos de cinco centímetros de ganar ese torneo. Pero también llegué a esa situación de match point en condiciones increíbles, después de haberme acalambrado. Mi único error fue que antes de jugar tenía la única preocupación de acalambrarme”, amplía Coria.

“No supe manejar mi ansiedad, era muy joven y no tenía experiencia de vivir esa situación. Ese Roland Garros a lo mejor lo pierdo no ahí, si no el año anterior, en la semifinal del 2003 contra Verkerk que tiré la raqueta, me fui de foco y no pude seguir jugando y pierdo un partido que no tenía que perder”, recuerda con dolor. “Era difícil que le ganara a Ferrero, pero ya ahí me sacaba esa mochila de jugar una final y hubiera encarado diferente el torneo al año siguiente. Ya sabíamos que atrás venía un Nadal… hay Grand Slams que sabes que hay posibilidades por múltiples motivos, bajas, por confianza, por cuadro. Se juntaron un montón de cosas que me llevaron a no saber manejarme en el tercer set, en el cambio del lado del 4-3 cuando faltaba nada para el final del partido”, se lamenta.


Un golpe que, pese al dolor, le dejó un gran aprendizaje. “No sé qué hubiera pasado si llegaba a ganar ese partido. Es difícil pensarlo porque no pasó, a lo que voy es que todo eso que tenía adentro era estresante y el cabreo que sentí me llevó a jugar de una forma durante gran parte de mi carrera. Quizá ganaba Roland Garros y me retiraba, esa era una posibilidad concreta. Perder esa final me permitió ser mejor persona y darme cuenta de cómo eran las cosas. Cuando me retiré y después de pensarlo un montón de tiempo también me di cuenta de que fui un boludo de no dejar de lado esas cosas y seguir con lo mío”, analiza el ex número 3 del mundo.

Una carrera prometedora, brillante pero a la que le faltó una gran recompensa. “Quería triunfar y conseguir todo con el tenis, pero mi primer objetivo era ganar plata para comprar una casa para mi familia y que no tengamos que alquilar más. Y hasta que no pude cumplirlo no paré. Ahí me puse en la cabeza ser 1 del mundo. Fui 2 en junior y 3 en profesionales. Quería ganar Roland Garros, lo gané en junior e hice una semifinal y una final con dos match points en profesionales. Fui un afortunado, tuve suerte, pero la busqué esa suerte cuando se me presentaron posibilidades. Y no es como dicen que el tren pasa una sola vez: el tren pasa muchas veces, pero hay que estar preparado para poder subirte cuando pasa. Hoy me siento un afortunado de haber podido ganar lo que gané y haber llegado a ser lo que fui”, valora el de Santa Fe.

“Si cuando era chico me decías que iba a jugar con Agassi en Roland Garros, siendo 2 del mundo y ganarle, ¿qué hubiera dado? Lo que sea, firmaba eso inmediatamente. Pero cuando estuve cerca me reprochaba en ese momento no haber ganado más, no haber conseguido más cosas o haber insistido un poco más. Por eso tuve que madurar y aprender a valorarme: hasta el día de hoy tengo los trofeos y ya está, no tengo nada organizado, los platos, el de Roland Garros, el de Montecarlo, están así apilados y guardados debajo de un placa. Ahora estoy empezando a valorarme a mí mismo por todo el esfuerzo y la carrera que hice. Conseguí muchas más cosas de las que me imaginé que se podían dar”, resume.



Ahora Guille ya no es el protagonista, pero el tenis sí que sigue siéndolo en su vida. “Cambió mi personalidad cuando dejé de jugar. Me costó al principio formar un equipo, trabajar con distintas personas, porque como tenista te acostumbras a estar con gente que prácticamente te hace todo. Ahora tengo que resolver un montón de situaciones de logística, de problemas, estudiar cómo está el tenis nacional, ver qué cosas hacen otras federaciones que puede ser bueno para nuestro país. Hice varias cosas y cuando me dieron la oportunidad de estar al frente de este programa me metí a fondo. Me di cuenta que no hay mejor forma que esta de devolverle al tenis lo que me dio, trabajar con los chicos, con el futuro”.